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VISITA A ZARAGOZA

Visita a Zaragoza




En uno de nuestros viajes a ver a la familia y amigos nos propusimos pasar un par de jornadas completas en Zaragoza con objeto de que M.J. conociese a fondo parte de la ciudad.

Entramos por la avenida de Navarra. Dejamos a la izquierda la mole de la estación de Delicias y, a lo lejos, el recinto de la Expo 2008. Llegamos al Portillo. A babor, el majestuoso palacio de la Aljafería, monumento realizado en la época de la taifa zaragozana hacia mediados del S. XI y hoy, sede de las Cortes de Aragón. A estribor, aunque su propietario tienda hacia el lado contrario, "Casa Emilio", restaurante cercano a la vida social, cultural y política de la ciudad. En frente, la imponente iglesia del Portillo, donde las zaragozanas van a venerar a Santa Águeda.

Enfilamos por Conde de Aranda y giramos a la derecha, hacia la Plaza de Toros cubierta y el monumento a Agustina de Aragón. Dejamos el coche en el aparcamiento subterráneo de la plaza de Salamero, más conocida por la del "Carbón", frente a la monumental iglesia de Santiago. En la calle Cinco de Marzo almorzamos un bocadillo de tortilla de ajos tiernos en el "Continental " con un par de somontanos. El día iba a ser largo y el cuerpo necesitaba combustible para poder aguantar la caminata que nos esperaba.

Salimos al Paseo de la Independencia, al que algunos todavía llaman de "los ahorcados" por la forma de las farolas, y dirigimos nuestros pasos hacia la plaza de España donde nos detuvimos para observar la polémica fachada de Puerta Cinegia que da paso a “El Tubo”. Por cierto, el bar “Más claras”, situado en la 1ª planta del edificio ofrece buenas tapas y menú asequible y se puede comer viendo el bullicio de la Plaza y del Paseo de la Independencia. Bajamos por la calle Alfonso hasta la Plaza de las Catedrales, uno de los espacios urbanos de mayores dimensiones de Europa, Frente a nosotros, la majestuosidad de la Basílica del Pilar, centro de peregrinación mariana, que adquirió su fisonomía actual en el S. XVII, aunque las obras no llegaron a terminarse hasta 1961 –recientemente se han limpiado las torres-. Destacar los frescos de Goya y Bayeu, el retablo de alabastro del altar mayor, de Damián Forment y el coro.

Detrás del Pilar, el Ebro. Asomarse a él desde el Puente de Piedra es algo que nadie debe perderse. A la derecha, el Ayuntamiento, la Lonja renacentista, el palacio Arzobispal y la joya de Zaragoza, la Catedral de La Seo, amalgama de estilos (románico-gótico-mudéjar-plateresco-neoclásico) en su exterior y una maravilla (gótico, plateresco, protobarroco…) en su interior. Ante esta magnífica construcción, el cubo del foro y el puerto fluvial, de origen romano. Detrás, el Arco del Deán. Goya también tiene su escultura en la Plaza. Hacia la izquierda, a la espalda de la espectacular fuente, el torreón de la Zuda, antiguo palacio musulmán situado junto a las murallas bimilenarias que los romanos construyeron en "Caesaraugusta". Muy cerca, el modernista Mercado Central frente al medieval barrio de San Pablo con la iglesia del mismo nombre, que aunó la cultura mudéjar con la gótica.

"La Posada de las Almas" -allí se solían celebrar antes las bodas- en la calle San Pablo, ahora hotel y restaurante, es digna de echarle un vistazo. Más abajo, en Casta Álvarez, "La Matilde", restaurante muy recomendable; unas calles más arriba, en Boggiero, el otrora famosísimo "Oasis", ahora sala de conciertos.

Nos detuvimos en la plaza de San Felipe (iglesia barroca) y contemplamos la casa renacentista donde radica "Montal", restaurante selecto tanto en sus muestras gastronómicas como en la decoración y artesonado de sus dependencias. En su sótano se encuentra un pequeño museo sobre la emblemática Torre Nueva, tristemente desaparecida. En la misma plaza, el Palacio de los Condes de Argillo- Museo Pablo Gargallo, con las obras escultóricas del gran artista de Maella y el torreón de Fortea, joya civil mudéjar (S.XV).

Tanto paseo nos había abierto el apetito y nos aproximamos a la calle Cuatro de Agosto por la Plaza Sas, para entrar por la calle Blasón Aragonés y observar el único restaurante zaragozano con una estrella Michelín, el “Bal d´Onsera”. ¿Unas bravas en el “Texas? “Pascualillo”, “El Limpia”, “Doña Casta”, “Bodegas Almau”…Hay donde elegir. ¿Y "El Plata"? Bigas Luna se ha hecho cargo del café-cantante y la sala se ha modernizado, aunque conserva su aire retro. Decidimos comer de tapas y, tras degustar salmueras, “perdices”, huevos rotos con foie y algún que otro pincho selecto, nos fuimos a tomar un café y a descansar en la cafetería del Hotel Reino de Aragón, en el Coso.

Dimos una vuelta por las calles Isaac Peral, Zurita, San Ignacio de Loyola…para ver las tiendas de moda y, a las 8 recalamos en la cervecería “Mayor” en la calle del mismo nombre –en tiempos romanos era el “decumanus”-. Antes, habíamos pasado por el teatro y termas romanas. En la “Mayor” nos esperaban Fina y Manolo, mi primo Marín y Angelines, su mujer y, al poco, llegaron Nazario y Consuelo. Empezamos la sacrosanta ruta: “Victorinos” (cualquiera de sus tapas, aunque yo, casi siempre tomo la mudéjar), “Tragantúa” (albóndigas de rabo, pescado frito o plancha), “El Rincón de Curro” (madejas), “La flor de la sierra” (sardinas plancha y brochetas de morro). De allí, al café “El Sol”, en la calle Blancas. Despedida y cierre, bueno, nosotros todavía nos quedamos a tomar un “destornillador” en “El Ángel azul”, en la misma calle y, de allí, al Hotel “Alfonso I”, que era donde nos íbamos a alojar. Al día siguiente continuaríamos la ruta