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sábado, 20 de enero de 2018

EL PROCESO DEL ASESINATO DEL SANTO NIÑO DE LA GUARDIA


Seguro que conocéis o habéis oído nombrar alguna vez la palabra Torquemada, más referida a un todopoderoso inquisidor castellano, que a la localidad del mismo nombre. El susodicho, fraile dominico que fue confesor de Isabel I de Castilla, adquirió el poder supremo al ser nombrado Inquisidor Mayor de Castilla y Aragón. Le dio al frailaco por los judíos -el provenía de una familia hebrera, lo que no se entiende muy bien- y por los judeoconversos.  La pira era su fuerte y la invención de historias para poder ejecutar a cualquiera que se le antojase, no tenía parangón. Un buen día le dio por imaginar la historia del secuestro de un niño en Toledo y de su martirio en La Guardia, pueblo de esa provincia en la A-4. La historia de sacrificios de niños venía de atrás y ya, en los albores de la Baja Edad Media, en Francia ocurrió algo similar. Los causantes, los judíos. Esta vez les costó la vida a 51 de ellos. Otras situaciones se fueron creando en otras zonas europeas e, incluso en España, con Santo Dominguito de Val en Zaragoza (1250) y otras crucifixiones de niños en Valladolid y Sepúlveda en el S. XV.
Pero volviendo al ínclito Torquemada, se dice que, durante la procesión de la Asunción o el Corpus toledano de 1489, un niño desapareció, secuestrado en la Puerta del Perdón de la ciudad. En las pesquisas realizadas por los adláteres del Gran Inquisidor, resultan detenidos una serie de judíos y conversos judaizantes. Los cargos, por orden de gravedad  fueron: propagar la ley mosaica; crucificar a un niño cristiano en Viernes Santo y contratar el robo de una hostia consagrada. Tras muchos interrogatorios y torturas, todos confesaron y fueron quemados en la hoguera, pues la conclusión final era que habían intentado contaminar las fuentes del Tajo con la sangre y una hostia profanada. Todo un montaje inquisitorial digno del mejor guionista. 
Lo triste del caso es que en la localidad de La Guardia todavía celebran una romería a una ermita cercana (en la imagen) para conmemorar al Niño Santo y que la Iglesia siga permitiendo este acto como si de algo real se tratara.

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