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miércoles, 15 de noviembre de 2017

LAS CIUDADES ARAGONESAS EN TIEMPOS DE LOS AUSTRIAS

El mundo urbano aragonés de esta época es escaso, numéricamente hablando. Muy pocos núcleos poblacionales superaban los 5000 habitantes. La ciudad, entendida como tal, no existe; más bien se puede hablar de un extenso medio rural que impone sus mercancías, pesos y medidas, préstamos y todo tipo de servicios  y del que se extraigan una serie de materias primas que palíen el déficit alimenticio y proporcionen al gremio artesanal urbano los productos necesarios. El componente numérico no era el principal, como ocurrió con Jaca, con tan solo 2000 habitantes, que era considerada ciudad, mientras no sucedió en Caspe, que contaba 4000 moradores.
Así pues, en las pequeñas "ciudades" e, incluso, en Zaragoza, continuaba teniendo un gran peso la agricultura, en detrimento o paralelamente a los oficios artesanales. Es más, un artesano urbano podía compatibilizar las tareas propias de su oficio con las de agricultor, al igual que un artesano rural -herreros, carpinteros, alfareros, trabajadores del textil..- dedicaban parte de su tiempo a la agricultura, lo que daba lugar a una economía de autoconsumo o autoabastecimiento. Pero sí había un factor diferenciador entre lo urbano y lo rural: la ciudad atraía población, mientras que los pueblos expulsaban excedentes. Estos sobrantes, solían proceder de las capas más humildes de los núcleos rurales que se desplazaban a la ciudad para buscarse la vida, encontrando un empleo precario o dedicándose a mendigar, vagabundear y robar, lo que fue objeto de severas medidas tomadas por las autoridades y la creación del padre de huérfanos para controlar a los menores. En el mundo urbano se hablaba de tres tipos de moradores: los ciudadanos, los vecinos y los habitadores. Dejando aparte la nobleza y el clero, los ciudadanos solían ser los burgueses dedicados a profesiones liberales como notarios, juristas, médicos...pero también, grandes mercaderes, labradores o artesanos. Este estrato acabó por convertirse en rentista invirtiendo su dinero en regadíos, sobre todo, pero, en el S. XVII pasaron a ser prestamistas. Los vecinos eran los trabajadores de los gremios y pequeños propietarios rurales y los habitadores, los relacionados arriba como el estrato más bajo de la sociedad.

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